Y esto es toda una técnica para contrarrestar hábitos o cambiarlos por otros. Tenemos que desarrollar un plan, porque no puede ser todo a la vez, para que, poco a poco, vayamos dejando un determinado hábito, hasta que se rehabilite y se rehabilite y se adapte. Y cuando logras eso, te conviertes en otra persona, porque, después de todo, una persona es solo un conjunto de hábitos.
Y así, en términos generales, es muy bueno que antes de empezar a meditar, nos tomemos unos momentos de tranquilidad para relajarnos. Porque si nos ponemos a meditar como si estuviéramos haciendo algo que tiene que terminar a tal hora, es muy poco lo que se puede conseguir con ejercicios de meditación. Uno debe estar preparado para entrar en meditación. Guardar silencio y tal vez dejar que el Templo Dorado entre primero en nosotros. Y luego, con serenidad, hacer todos los temas que queramos.
Pero hay muchas maneras de meditar. El ejercicio de la meditación nos introduce en el hábito de reflexionar, de ser conscientes, de tener la serenidad suficiente para asumir más cosas de las que estamos acostumbrados.
Entonces, hubo un tiempo en que yo caminaba por una calle común de Buenos Aires, con Don Santiago, y siempre estaba pensando en los temas de la meditación, como estamos hablando ahora, si hacerlo de esta manera o hacerlo de aquella. Don Santiago me dejó hablar, hablar y hablar, hasta que se me acabó lo que tenía que decirle, y en un instante me dijo: ¿hiciste caso a la acera por la que caminas? Sí, dije, estoy caminando por la acera. ¿Prestó atención al hecho de que estos azulejos fueron colocados en mosaicos? ¿Pensaste en quién los puso? Cuánto trabajaste para que estuvieran tan bien colocados para que caminaras sobre ellos. Cuánto trabajaste para que estuvieran tan bien colocados para que caminaras sobre ellos. Y esa fue la respuesta a todas mis preguntas sobre la meditación. Háganoslo saber.
Cada cosa que tenemos en la vida nos está dando mensajes, todo. La silla en la que estoy sentado. Esta talla que tiene que la hace tan hermosa. ¿A quién se le ocurrió? ¿Quién lo diseñó en un dibujo? ¿Quién ha dedicado horas y horas de su vida para que yo tenga hoy esta silla?
Cada cosa que usamos, cada piso que pisamos, cada concepto que tenemos nos ha sido dado por alguien. Y cuando nos demos cuenta de eso, vamos a experimentar una expansión increíblemente mayor de la que podemos tener en cualquier otro ejercicio. Cada cosa es una oportunidad para ampliar nuestra comprensión y tomar conciencia de muchas otras cosas.
Hemos recibido una herencia impresionante de miles y miles de años de humanidad. Y los estamos disfrutando como si salieran de la nada, sin pensar en los millones y millones de horas de vida y sufrimiento que esto implica e implica para mí tener esto hoy. Y no estamos agradecidos. No sentimos gratitud. No nos sentimos comprometidos. No nos sentimos en deuda con nadie. Sentimos que somos dueños de todo esto, y de lo que sea que queramos hacer por ello, y no nos damos cuenta de que no hicimos algo para obtener lo que recibimos. Y seguimos así, si no empezamos por parar el embrollo que tenemos en la cabeza. Una forma de hacerlo es engancharnos a los temas de la meditación y aprender a enfocarnos; para penetrar en lo que nos dicen las cosas, en lo que nos dicen los hábitos, en lo que nos dicen las elecciones, en lo que creemos, en lo que nos damos. Todo esto nos dice algo. Como este mosaico en la acera por la que camino.
Por lo tanto, todo es motivo de meditación, si aprendemos a meditar. Recuerdo una cita de Picaso, no literalmente, sino en el sentido que tenía. Era algo así como, la inspiración siempre llega al artista. Pero tiene que encontrarlo trabajando. Porque si cierro la ventana y me voy, si llega la inspiración, no encontrarás a nadie a quien inspirar.
Y veo una analogía con el ejercicio de la meditación. El ejercicio de la meditación nos prepara para que, cuando llegue la iluminación de la Madre Divina, para que cuando llegue el descubrimiento espiritual, Yo esté preparado para recibirlos. Al igual que el pintor, la inspiración le llega, pero necesita estar pintando, porque si está fumando en un bar, o está charlando con amigos, y nunca va a pintar, es difícil recibir inspiración.
Y así, en términos generales, es muy bueno que antes de empezar a meditar, nos tomemos unos momentos de tranquilidad para relajarnos. Porque si nos ponemos a meditar como si estuviéramos haciendo algo que tiene que terminar a tal hora, es muy poco lo que se puede conseguir con ejercicios de meditación. Uno debe estar preparado para entrar en meditación. Guardar silencio y tal vez dejar que el Templo Dorado entre primero en nosotros. Y luego, con serenidad, hacer todos los temas que queramos.
Pero hay muchas maneras de meditar. El ejercicio de la meditación nos introduce en el hábito de reflexionar, de ser conscientes, de tener la serenidad suficiente para asumir más cosas de las que estamos acostumbrados.
Entonces, hubo un tiempo en que yo caminaba por una calle común de Buenos Aires, con Don Santiago, y siempre estaba pensando en los temas de la meditación, como estamos hablando ahora, si hacerlo de esta manera o hacerlo de aquella. Don Santiago me dejó hablar, hablar y hablar, hasta que se me acabó lo que tenía que decirle, y en un instante me dijo: ¿hiciste caso a la acera por la que caminas? Sí, dije, estoy caminando por la acera. ¿Prestó atención al hecho de que estos azulejos fueron colocados en mosaicos? ¿Pensaste en quién los puso? Cuánto trabajaste para que estuvieran tan bien colocados para que caminaras sobre ellos. Cuánto trabajaste para que estuvieran tan bien colocados para que caminaras sobre ellos. Y esa fue la respuesta a todas mis preguntas sobre la meditación. Háganoslo saber.
Cada cosa que tenemos en la vida nos está dando mensajes, todo. La silla en la que estoy sentado. Esta talla que tiene que la hace tan hermosa. ¿A quién se le ocurrió? ¿Quién lo diseñó en un dibujo? ¿Quién ha dedicado horas y horas de su vida para que yo tenga hoy esta silla?
Cada cosa que usamos, cada piso que pisamos, cada concepto que tenemos nos ha sido dado por alguien. Y cuando nos demos cuenta de eso, vamos a experimentar una expansión increíblemente mayor de la que podemos tener en cualquier otro ejercicio. Cada cosa es una oportunidad para ampliar nuestra comprensión y tomar conciencia de muchas otras cosas.
Hemos recibido una herencia impresionante de miles y miles de años de humanidad. Y los estamos disfrutando como si salieran de la nada, sin pensar en los millones y millones de horas de vida y sufrimiento que esto implica e implica para mí tener esto hoy. Y no estamos agradecidos. No sentimos gratitud. No nos sentimos comprometidos. No nos sentimos en deuda con nadie. Sentimos que somos dueños de todo esto, y de lo que sea que queramos hacer por ello, y no nos damos cuenta de que no hicimos algo para obtener lo que recibimos. Y seguimos así, si no empezamos por parar el embrollo que tenemos en la cabeza. Una forma de hacerlo es engancharnos a los temas de la meditación y aprender a enfocarnos; para penetrar en lo que nos dicen las cosas, en lo que nos dicen los hábitos, en lo que nos dicen las elecciones, en lo que creemos, en lo que nos damos. Todo esto nos dice algo. Como este mosaico en la acera por la que camino.
Por lo tanto, todo es motivo de meditación, si aprendemos a meditar. Recuerdo una cita de Picaso, no literalmente, sino en el sentido que tenía. Era algo así como, la inspiración siempre llega al artista. Pero tiene que encontrarlo trabajando. Porque si cierro la ventana y me voy, si llega la inspiración, no encontrarás a nadie a quien inspirar.
Y veo una analogía con el ejercicio de la meditación. El ejercicio de la meditación nos prepara para que, cuando llegue la iluminación de la Madre Divina, para que cuando llegue el descubrimiento espiritual, Yo esté preparado para recibirlos. Al igual que el pintor, la inspiración le llega, pero necesita estar pintando, porque si está fumando en un bar, o está charlando con amigos, y nunca va a pintar, es difícil recibir inspiración.