Mensaje de Plenilunio 2022
Miremos el amor, la vulnerabilidad, el dolor, la fuerza que se encuentra potencialmente en nuestro corazón.
La egoencia es centrarse en el propio corazón, en la propia esencia de nuestro ser. No es encerrarnos en nosotros mismos de un modo egoísta. Cuando nos identificamos con ese centro interior encontramos nuestra conexión con el universo. Desde allí podemos amar, desde allí podemos sentirnos unidos a nuestros semejantes, porque en ese centro descubrimos eso: cuán semejantes somos. Compartimos la misma esencia, la misma hermandad.
Mientras estamos identificados con lo superficial de nuestro ser y de nuestra vida, nos sentimos separados y solos. Esa soledad es un abismo que nada ni nadie puede llenar, aunque momentáneamente nos ilusionamos buscando afectos, esperando que nos amen.
La egoencia del ser es el paso siguiente en la evolución de la humanidad. No importa cuánto tiempo tardemos en llegar allí. Hacia allí nos dirigimos.
Egoencia es amor, es dolor, es vulnerabilidad, es fuerza inquebrantable.
La felicidad que nos vende nuestro mundo es una quimera. Mientras vamos tras ese sueño cada vez sentimos más el vacío en nuestro ser. Nuestra aspiración es mucho más trascendente que ser felices. Nuestra aspiración es vivir la grandeza de nuestro ser haciéndonos infinitamente pequeños por amor a la humanidad. Nuestro anhelo no nos centra en nuestro propio beneficio, en nuestro bienestar, en nuestra comodidad sino en una ofrenda generosa de nosotros mismos que sea una respuesta genuina a la inconsciencia y al dolor que padecen millones de seres humanos.
Solo viviendo en armonía con la Ley de la Renuncia podemos hacer real la egoencia en nosotros. Solo así podemos descubrir nuestra misión en este mundo. No hay amor sin dolor, alegría sin tristeza, fortaleza sin debilidad. Abracemos íntimamente, profundamente, la vida tal como es. Eso es la Renuncia. Y abramos así la Puerta Sagrada de nuestro Corazón, que es el Camino hacia el corazón de todos los seres humanos.
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