Hay diferentes visiones del futuro, distópicas y utópicas. Hay visiones más racionales y otras de científicos, escritores y hasta de Cafh, que dicen que, en el nuevo mundo, veremos el predominio de las corrientes socio ecológicas, tecnológicas y místicas. Sin embargo, parece ser difícil encontrar una visión única del futuro de la humanidad.
Es difícil opinar sobre el futuro porque, como podemos observar en nuestra realidad actual, ocurren tantas cosas impredecibles que superan con creces nuestra capacidad de imaginación. Parece que la humanidad se construye a través de una combinación de estas dos visiones, estos dos elementos ya mencionados, la distopía y la utopía. La humanidad se está construyendo a sí misma y mezclando un poco estos dos extremos.
La realidad nunca es tan maravillosa, ni tan terrible, siempre es una mezcla, un juego de luces y sombras que se encuentran. Según las Enseñanzas de Cafh y según lo que hemos heredado como conocimiento y tradición, deberíamos ir acercándonos a la integración de estos extremos que vemos. Es como si, en este momento, la humanidad estuviera en la cima de los opuestos, de esta polarización. Posiblemente, podamos ver, si podemos ver, por qué la evolución tiene lugar en un horizonte de tiempo muy largo, mucho más largo que la vida de un ser humano.
Pero ya hay algo que puede interpretarse como signos de que esa aproximación, esa integración que reencuentra al ser humano aislado, por así decirlo, que se ve aislado de la naturaleza y, a veces, afrentado por ella; vuelve a estar más cerca, a integrarse, como un ser más de nuestro planeta. Ya no con alguien que es dominado por la Tierra, sino como alguien que es parte de ella.
Por supuesto, esto todavía es muy incipiente y es posible que no lo veamos llegar a buen término. Pero sí, podemos ver las señales, y tal vez los jóvenes sean uno de los indicadores de que, en general. tienden mucho más a sentir ese vínculo, a cultivarlo, ya generar movimientos que nos lleven a esa integración con la naturaleza.
Al nivel social, existen iniciativas muy pequeñas de vida comunitaria en las que las personas se integran en un entorno no competitivo, sino, por el contrario, colaborativo. Es decir, hay señales. Pero la cuestión es que también vemos mucho de lo contrario. Vemos mucha crueldad, mucha separación. Estamos en el siglo XXI y todavía hay fuertes conflictos raciales. Es decir, a veces, cuando vemos esto, podemos perder la esperanza. Sin embargo, es necesario confiar en la capacidad casi ilimitada del ser humano para salir adelante. Por supuesto, cuantas más personas y grupos se involucren en trabajar en el desarrollo de la conciencia, más fácilmente visualizaremos este nuevo mundo.
Y en este punto estamos, junto con muchas otras personas y muchos grupos.
Es difícil opinar sobre el futuro porque, como podemos observar en nuestra realidad actual, ocurren tantas cosas impredecibles que superan con creces nuestra capacidad de imaginación. Parece que la humanidad se construye a través de una combinación de estas dos visiones, estos dos elementos ya mencionados, la distopía y la utopía. La humanidad se está construyendo a sí misma y mezclando un poco estos dos extremos.
La realidad nunca es tan maravillosa, ni tan terrible, siempre es una mezcla, un juego de luces y sombras que se encuentran. Según las Enseñanzas de Cafh y según lo que hemos heredado como conocimiento y tradición, deberíamos ir acercándonos a la integración de estos extremos que vemos. Es como si, en este momento, la humanidad estuviera en la cima de los opuestos, de esta polarización. Posiblemente, podamos ver, si podemos ver, por qué la evolución tiene lugar en un horizonte de tiempo muy largo, mucho más largo que la vida de un ser humano.
Pero ya hay algo que puede interpretarse como signos de que esa aproximación, esa integración que reencuentra al ser humano aislado, por así decirlo, que se ve aislado de la naturaleza y, a veces, afrentado por ella; vuelve a estar más cerca, a integrarse, como un ser más de nuestro planeta. Ya no con alguien que es dominado por la Tierra, sino como alguien que es parte de ella.
Por supuesto, esto todavía es muy incipiente y es posible que no lo veamos llegar a buen término. Pero sí, podemos ver las señales, y tal vez los jóvenes sean uno de los indicadores de que, en general. tienden mucho más a sentir ese vínculo, a cultivarlo, ya generar movimientos que nos lleven a esa integración con la naturaleza.
Al nivel social, existen iniciativas muy pequeñas de vida comunitaria en las que las personas se integran en un entorno no competitivo, sino, por el contrario, colaborativo. Es decir, hay señales. Pero la cuestión es que también vemos mucho de lo contrario. Vemos mucha crueldad, mucha separación. Estamos en el siglo XXI y todavía hay fuertes conflictos raciales. Es decir, a veces, cuando vemos esto, podemos perder la esperanza. Sin embargo, es necesario confiar en la capacidad casi ilimitada del ser humano para salir adelante. Por supuesto, cuantas más personas y grupos se involucren en trabajar en el desarrollo de la conciencia, más fácilmente visualizaremos este nuevo mundo.
Y en este punto estamos, junto con muchas otras personas y muchos grupos.